En casi todos los barrios hay un edificio inacabado, sin duda símbolo de la opulencia del ladrillo y que ahora son el hogar de okupas, indigentes y espacios para el botellón.
Estos edificios abandonados a su suerte por las constructoras no tienen mucha solución y es que suponen un grave peligro para la gente que se cuela dentro ya que hay huecos por todas partes y materiales podridos que son un auténtico peligro.
En algunos de estos edificios las medidas de seguridad no existen y la policía tiene que acudir cada dos por tres, para sacar a jóvenes que se reúnen para beber. Pero es lo de siempre, llega la policía, los echa y al poco rato ya vuelven a estar dentro.
Los ayuntamientos gastan cantidades importantes en el tapiado de los bajos de estos edificios abandonados, en muchos casos todavía con los andamios colocados y es que la mayoría están ahora en manos de los administradores concursales, poco amigos de resolver los problemas que ocasionan los inmuebles y deseando venderlos al mejor postor y pagar así, las deudas que dejaron las empresas constructoras quebradas.
Pero lo cierto es que para que las autoridades puedan meter mano en este tema, hay un sinfín de trámites burocráticos: licencias, caducidad, registro de la propiedad, contratación, diseñar un plan de actuación…
Fuente:lavozdegalicia.es